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Mongolia: perspectivas del carbón en plena crisis

Mongolia: perspectivas del carbón en plena crisis
11.01.2023

El año 2022 trajo muchas sorpresas en términos energéticos. Una de estas sorpresas es la “reencarnación” de la demanda de carbón. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) afirma que la demanda mundial será comparable a los máximos históricos de 2013.

Esta situación ha jugado de repente a favor de Mongolia, que posee el 10% de las reservas mundiales de carbón. El Instituto para el Desarrollo de Tecnologías de Combustibles y Energía (IRTTEK) analiza para Revista Energía esta situación.

Asia.- Mongolia es uno de los líderes mundiales de la industria del carbón. Es en su territorio, en el desierto de Gobi, donde se encuentra el yacimiento de carbón de Tavan Tolgoi, una de las mayores reservas del mundo. Existen enormes yacimientos de 6.500 millones de toneladas de carbón, de las que casi la mitad son de coque de alto poder calorífico.

El campo comenzó a desarrollarse en los años 1960, pero no fue hasta la década de 2010 cuando el desarrollo despegó realmente, tras la construcción de la línea de ferrocarril de 400 kilómetros de longitud.

Con semejantes reservas, es de esperar que el consumo nacional de carbón se lleve la palma, y por un margen enorme, ya que representa cerca del 90% de todo el consumo nacional de energía. La energía solar y eólica representan el 10% restante.

Pero la actual crisis energética mundial ha abierto nuevas perspectivas al “imperio del carbón” asiático. En particular, Ulán Bator espera aumentar sus exportaciones a China, uno de los principales consumidores de carbón del mundo. China representa más del 50% del consumo mundial.

Cabe señalar que la proximidad geográfica de Mongolia y China vincula estrechamente a estos países en términos comerciales. Los mongoles envían el 86% de todas sus exportaciones a sus vecinos del sur y venden a China todo lo que pueden producir. Esto incluye no sólo el carbón, sino también la cachemira y el ganado. Pero es este mineral el que tiene especial valor para China.

Por supuesto, China, que es el mayor contaminador del mundo, promete enmendarse de algún modo y lograr la neutralidad de carbono en 40 años. Pero mientras tanto, los mongoles tienen tiempo de ganar mucho dinero con la venta de su principal riqueza natural.

Sobre todo, porque a China no parece importarle en absoluto. En otoño, la Oficina Nacional de Estadística informó de que en los primeros meses de este año se habían enviado a ese país 19 millones de toneladas métricas de carbón mongol. En todo 2021, Mongolia envió 16 millones a sus vecinos. Según algunos expertos, los envíos de carbón de coque de Mongolia en 2022 podrían aumentar un 161% en comparación con 2021.

A todo ello contribuye el precio del carbón mongol, que se ha triplicado con respecto al año anterior. La prohibición no oficial de China de importar carbón de Australia en 2020, que sigue vigente, ha tenido mucho que ver. Sin embargo, se cree que Mongolia no ha sabido aprovechar plenamente esta situación. Esto se debe en gran parte a un sistema de transporte subdesarrollado.

Las autoridades mongolas se esfuerzan por resolver todos los problemas que dificultan las exportaciones de carbón a China, que son muchos a pesar de la larga frontera entre ambos países. Por ejemplo, este otoño se concluyó la construcción de la línea de ferrocarril de 233 kilómetros de longitud desde el yacimiento de Tavan Tolgoi hasta la frontera entre Gashuun y Sukhait. La construcción del proyecto duró 14 años.

Asimismo, no hace mucho, el viceministro de Minería e Industrias Pesadas de Mongolia, Otgonšar Batnairamdal, expresó su esperanza de que la inversión en nuevas líneas ferroviarias para conectar con los puertos y fábricas chinos contribuya a aumentar aún más esta cifra. Y hay mucho por lo que luchar, hay muchos planes. Las autoridades son optimistas y creen que podrán aumentar las exportaciones de carbón hasta 70 millones de toneladas métricas al año en 2025.

El cruce de fronteras también ha resultado ser un problema, especialmente durante las restricciones de la pandemia, cuando los camiones de carbón mongol se quedaban constantemente atascados en la frontera. En 2020, unos 2.000 camiones de carbón de coque cruzaban la frontera china al día, pero luego la cifra se redujo a 200-300. Lógicamente, las autoridades mongolas han decidido desarrollar activamente los enlaces ferroviarios y tienen previsto abrir tres nuevas líneas a la vez en un futuro próximo.

Al mismo tiempo, Mongolia intenta reducir su huella de carbono e invierte en energías renovables, que, como hemos dicho, representan alrededor del 10% del consumo energético nacional. Pero hasta ahora estos planes no casan bien con la crisis económica y el deseo de aumentar cuanto antes las exportaciones de carbón a China.

Mafia del carbón

La situación se complica por otro factor. En otoño, se produjeron varias protestas de miles de personas en la capital, Ulán Bator, exigiendo saber dónde habían ido a parar 385.000 toneladas de carbón de 2013 a 2019. La desaparición nunca habría salido a la luz de no ser por las cifras de importación publicadas por China. Y estas cifras no coincidieron en absoluto con las cifras de exportación facilitadas por las autoridades mongolas. En un contexto de inflación, problemas sociales y pobreza, la noticia explotó. Los residentes estaban indignados por el robo de hasta 12.800 millones de dólares de la riqueza de la nación.

Las autoridades tuvieron que reaccionar de algún modo y Ganhuyag Battulga, ex director general de la empresa estatal de minería y exportación de carbón Erdenes Tavan Tolgoi, fue declarado culpable. Él, sus familiares y otros cuatro empresarios fueron detenidos tras los registros del 6 de diciembre.

El carbón representó más de la mitad de los ingresos por exportaciones de Mongolia en los 10 primeros meses del año, según el Banco Central. Pero el país está haciendo todo lo posible para que crezcan tanto las exportaciones como los ingresos. Al mismo tiempo, sigue sin respuesta la pregunta de si el aumento de las exportaciones de carbón a China contribuirá de algún modo a mejorar la situación económica de un país donde uno de cada tres habitantes está por debajo del umbral de pobreza y la inflación supera el 15%.

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